Jueves 28 de junio 2012
Cuando paso el día con Mary y con
Liss, puedo decir sin vacilar que es un día ganado, que ha valido la pena
cualquier sacrificio para llegar hasta ellas (un tráfico infernal, calor que me
derrite las carnes o el sofocante Metro que se ha convertido en un pase directo
al manicomio, entre otras joyas…) es lo mejor de mi semana, es mi ración de
alegría, de aprendizajes, de experiencias variopintas, de aventuras inclusive,
pero también de profundas y sentidas reflexiones.
El
día de hoy me brindaron más de lo último, sí, me dieron una porción grande.
Vi una mirada en los ojos de Mary que
no me gustó. Que le he visto muy pocas veces. Una de esas cargadas de rabia,
pero sobre todo de mucha impotencia por el proceder de un “sistema” que es
incapaz de reconocer al capaz, de alentar al hábil y de premiar al valioso. Y
vi con ello también mucha decepción. Por supuesto, las afecta a ellas y por
relación directa e inmediata a mí.
Ante situaciones como esas, una se
pregunta: ¿cuánto tiempo puede tardar en llegar la “justicia”?. Yo soy creyente
acérrima de que llega…nunca sé en cuánto tiempo…lo mismo tarda días, semanas,
meses o años, pero llega. Bueno, ya se ve que acá va por unos cuantos años ya…
Llegará,
Lisset, llegará.
“…Espérala
tranquilamente, alma mía. Las acciones, aunque la tierra las oculte, se
descubren al final de la vista humana”
W. Shakespeare, en Hamlet.
Pero eso sí…que la seguridad que
poseen no se la quite nadie. Están caminando por la senda que es -y yo sé que
en el fondo lo saben- (sí, hay un camino :) y hace raaaaato que andan por ahí),
con sólidas creencias que le confieren firmeza y pasión a sus pisadas, con la
garantía de saber que en otras partes del mundo hay personas que comparten sus
ideales y con la certeza que solo se obtiene de haber logrado muchos de los
resultados anhelados.
No, no están solas. Hay mucha gente
con quienes caminan. Yo, por ejemplo, camino con ustedes. Y no hay manera de
cambiar eso, porque entré a esa escuela gateando y fueron ustedes quienes me
enseñaron a caminar, me propusieron y mostraron caminos, y me acompañaron en
los primeros pasos, y en los que siguieron, y en los que vinieron después de
esos…Otras veces tuve que andar yo sola, pero en realidad nunca sentí tal cosa,
porque su presencia no ha dejado de ser modelo y guía en mi andar, y fue así
como descubrí que con todas las diferencias que nos caracterizan, en realidad
las tres compartimos una visión de camino similar. Por eso camino, troto y
corro con ustedes si es necesario, y no me canso jamás, me llena de infinito
orgullo e inmenso placer y me da la seguridad de saber que sí, estamos haciendo
las cosas bien, duélale a quién le duela.
PD:
“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es andar…”
De
quien las ama profundamente,
Andrea.
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