"Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas,
es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas"
. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…"
(
Antoine de Saint-Exupéry)

lunes, 7 de octubre de 2013

Como cuando falta alguien en la familia…



             Yo supongo que sobrarán ejemplos de personas que escriben en memoria de algún familiar ausente (fallecido), que escriben para recordarlo o para recordar los mejores (y no tan buenos) momentos a su lado, que escriben para perpetuarlos o simplemente que escriben para no olvidarse de ellos, para mantener su recuerdo siempre vivo.
            Yo no seré la excepción. Acaso espero que después de hacerlo disminuya un poco el dolor de su partida. No. No lo creo. Pero en estos momentos va más a allá de una necesidad, es un deseo. 

            Han pasado 7 meses. Pero duele igual.

            Tantas cosas que a uno le enseñan en esta vida, en el colegio, en la universidad, en la casa; pero nunca, jamás, te enseñan algo parecido a esto. Cómo enfrentar la partida de un ser querido, cómo enfrentar la partida de un miembro de tu familia más cercana. No. Eso no lo enseñan en ningún sitio. Toca vivirlo. 

            Así que aquí estoy, intentando “aprender” cómo vivir sin él, cómo no esperar su llegada, cómo no escuchar su voz ni mi cumpleaños feliz silbado por sus labios, aprendiendo qué contestar cuando me preguntan cómo estoy, qué sentir, qué pensar. Hay mucho que procesar de un día para otro. Pero es necesario aprender. Y va siendo hora de enseñarlo también. Nadie habla de eso. Las pocas veces que lo intenté, me miraban con fea cara y me pedían que no hablara de eso, porque y que era “pavoso”. ¡No!. Pavoso es que tu papá se muera y tú no sepas ni qué hacer con él porque nunca manifestó su último deseo. Pavoso es no saber qué rayos hacer con todas las cosas que no usará jamás. Pavoso es encontrarte a la deriva porque ni siquiera te dio chance de despedirte de él. 

            Ya va siendo hora de dejar a un lado la trillada frase de: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”; y aprender a saber lo que tenemos antes de perderlo. 




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