"Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas,
es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas"
. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…"
(
Antoine de Saint-Exupéry)

lunes, 11 de mayo de 2009

Autoridad en Educación

A los romanos les debemos muchas cosas: el derecho y parte de la organización política son algunas de ellas. En esta época está muy en boga lo que los romanos llamaban “virtudes”. Ellos distinguían entre dos tipos: las personales, que cada uno debía cumplir en privado y en público, y las públicas, aquellas que se esperaba de la sociedad como tal. (Santo, 2006)
Vamos a enfocarnos en una virtud personal en particular, cuyo concepto en la actualidad aparece distorsionado, lamentablemente, al punto que incluso se podría llegar a pensar que se ha perdido: hablamos de la autoridad, del latín, auctorĭtas o auctoritas.

Auctoritas, señala Santo (2006), es la cualidad por la cual una persona se hacía merecedora del respecto de los que la rodeaban a través de la experiencia, y la realización plena y completa durante mucho tiempo de otras virtudes: la Pietas, y la Industria.
- Pietas era el respeto por los valores sociales de la república, y por la cultura; estos dos incluían el respeto por los antepasados, así como también por todos aquellos los que te rodean.
- Industria era la capacidad de trabajar duro durante toda la vida para obtener tus objetivos.

Por lo tanto, para tener auctoritas, un romano debía labrarse una historia personal de trabajo, esfuerzo, experiencia y respeto por una serie de valores, así como respeto por las personas. Podías tener poder -potestas- o incluso poder absoluto -imperium-, pero el hecho de tener potestas en ningún momento aseguraba ni un ápice de auctoritas. (Santo, 2006).

Hoy en día se habla con frecuencia de una crisis de autoridad, y es que basta con un somero examen de lo que ocurre en nuestras instituciones educativas para poner de manifiesto que todas, en mayor o en menor grado, padecen las vicisitudes de este mal. La familia no es una excepción en este aspecto; comenta Zumaquero (s,f), y por ello —entre otros síntomas— se presenta con alguna asiduidad cierta falta de firmeza en el comportamiento de los padres al educar a sus hijos.

La autoridad se ha de ejercer en función de unos fines que se consideran dignos de ser alcanzados como consecuencia de la aplicación de unos principios previamente consensuados; si estos principios no existen o su valoración relativa es indiferente no es útil la autoridad y es cuando deviene entonces la gran crisis.

En cuanto a las relaciones de autoridad, como bien señalan Saavedra y col. (s,f.), se tiene que frente a la educación que reciben los niños, niñas y jóvenes en su familia y en la Escuela se debe considerar que para reconocer la autoridad no se debe perder de vista ciertos referentes de afecto, el desarrollo integral de los educandos, los límites, el respeto a los demás, las competencias para aprender a vivir y su propio futuro. Y es que la autoridad no está hecha; es una sabiduría que se construye en conjunción con desarrollos morales, intelectuales y afectivos mediante un proceso de reflexión y de crítica que permite revisar lo que somos, lo que dejamos de ser y hacer, evaluar las consecuencias de nuestras acciones sobre nosotros y sobre los demás teniendo en cuenta sus derechos y lo que busca un colectivo.

Lo que llamamos Educación -término que tienen una resonancia direccional, de arriba hacia abajo, por la tradición de poder que lo abona- es en realidad un proceso constructivo consecuente con la interacción del sujeto con el ámbito -social y ecológico- de su acervo (Esté, 2007)
Partiendo de esta definición de Educación, vemos que entran en juego ciertas relaciones de poder, en ellas se plantea que, generalmente, aquel que debe ejercer el papel de la autoridad se encuentra en un escalafón un tanto más elevado; esto a su vez implica relaciones con los otros de sumisión y acatamiento de órdenes.
Esta forma de ser, la podemos reconocer en las experiencias de los individuos en sus familias, en la Escuela y en la sociedad en general, pues estamos acostumbrados a que otros nos digan qué hacer, cómo proceder, cuáles son nuestras responsabilidades, que nos impongan normas para “convivir”, etc. (Saavedra y col. s,f.)
A este respecto resulta imperioso pues motivar la interacción constructiva así como lograr el desarrollo de una continuidad cultural. (Esté, 2007). Esto es, la necesidad comunicativa inherente a la condición social constitutiva del ser humano, donde no se ignore al educando como sujeto cultural; como fuente de aportes valiosos para su propio proceso de formación.

La educación debe apostar siempre en sentido bidireccional, de absoluta reciprocidad, pues es así como lograría enriquecerse cada vez más, es así como todos saldrían ganando. Recordemos las palabras del Prof. Esclarín: “Para saberse ‘educador’ uno ha de reconocerse como ‘educando’ toda la vida”.

“El hecho de que puedas dar órdenes no significa que alguien las vaya a obedecer. La gente hace algo bien si de buena fe cree en ello, y en el que lo propone.”
•David Santo Orcero•

·Andrea Villamizar·


Fuentes a las que se hace referencia en el texto:

Esté, A. (2007). El aula punitiva. Venezuela: Aula XXI, Santillana.

Pérez, A. (1997). Más y Mejor Educación para Todos. Caracas: San Pablo.

Santo, D. (2006). La auctoritas y la gestión de equipos. España. [Texto en línea]. Disponible: http://www.orcero.org/irbis/blog/la-auctoritas-y-la-gestion-de-equipos/ [Consulta: 2009, mayo 3]

Saavedra, S.; Romero, C.; Calderon, S.; Amarillo, R.; Acosta, M.; Cárdenas, O.; Becerra, J.; Granados, F.; Pedreros, R.; Beherentz, C.; Cardona, A.; Benitez, M.; Daza, E. y Luna, R. (s,f) Autoridad y Educación en la escuela. Corporación Escuela Pedagógica Experimental. Bogotá, Colombia. [Documento en línea] Disponible: http://ensino.univates.br/~4iberoamericano/trabalhos/trabalho223.pdf [Consulta: 2009, mayo 3]

Zumaquero, J. (s,f). Familia, Educación y Autoridad. Universidad de Navarra. España. [Documento en línea] Disponible: http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/3605/1/simposioteologia2zumaquero.pdf [Consulta: 2009, mayo 3]

No hay comentarios: