"Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas,
es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas"
. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…"
(
Antoine de Saint-Exupéry)

jueves, 22 de enero de 2009


Un capítulo de mi vida…

En la vida sucede que en determinados momentos hay etapas que superar; capítulos que cerrar para dar paso a nuevos aún por descubrir.

Esa es en realidad una frase un tanto trillada, pero que no deja de ser cierta. Hoy yo debo cerrar un hermoso capítulo de mi vida que comenzó a mediados de septiembre del 2007.

La historia de este capítulo comienza en el Colegio Nazaret, un lugar que desde que entré en él por primera vez hice mi hogar. Comienza también, con los increíbles profesores que allí encontré, madres, el padre que da la misa, el personal administrativo y cada una de las señoras que mantienen este hogar siempre limpio. Pero la verdadera pauta de este capítulo la marcaron sus auténticos protagonistas; un grupo de jóvenes muchachos y muchachas de 4to año de bachillerato.

La historia de este capítulo dura aproximadamente 9 meses, qué curioso; es ese precisamente el tiempo que toma (generalmente) la génesis de una nueva vida.
Durante ese maravilloso tiempo creo haber aprendido mucho más de lo que pude enseñar, y es que había (y hay) tanto por aprender…
Pero realmente no quisiera cerrar este capítulo sin hacerles saber a los protagonistas todo lo que en un momento sentí (y que aún siento…)

Ellos me enseñaron la recompensa de muchas noches en trasnocho. Su sonrisa, su saludo por la mañana, su sola presencia fueron suficientes para hacerme olvidar el terrible cansancio que produce estudiar y trabajar al mismo tiempo. No en vano los días más felices de mi semana eran cuando venía al Nazaret.

Junto a ellos entendí realmente esa frase que J. K. Rowling escribió en uno de sus libros: “Los jóvenes no pueden saber cómo piensan ni como sienten los ancianos, pero los ancianos cometemos un grave y gran error si olvidamos lo que significa ser joven”…Bueno, aunque la verdad aún no me considero una anciana, realmente quisiera que se llevaran el mensaje de esa frase. Es probable que toda la gente que tuvo problemas con esos muchachos (me refiero al salón como grupo), hayan olvidado que alguna vez ellos también pasaron por ahí…qué malo es olvidar ciertas cosas no?!

Quisiera también hacerles saber, como dice el profe A. Esclarín que “en educación es imposible la efectividad sin afectividad”, y a lo largo de diversas experiencias lo he comprobado. Yo los quise a ellos desde un principio, desde antes de conocerlos, incluso cuando muchos me decían que serían un grupo fuerte y difícil, incluso así yo más los quería, y demostré que ahí precisamente estaba la efectividad de mi práctica profesional. Los quiero y no me cansaré de decirlo, los quiero porque los respeto desde su condición de persona, de seres humanos, y cuando uno respeta al otro, de alguna u otra manera, también lo ama.

Ya debes saberlo, mi protagonista eres tú, y al cielo elevo infinitos agradecimientos por haberte conocido; elevo también todas mis oraciones para que en tu camino jamás falte luz, y siempre encuentres gente que valga la pena en verdad, gente grande, gente hermosa, gente así de valiosa como lo has sido tú en mi vida.

“El ánfora siempre conserva el aroma del primer vino que guardó”
•Horacio•

Andrea Villamizar

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